jueves, 30 de abril de 2009

Del pánico a la indignación


¿Cómo he vivido la Pandemia?

Después del 11 de septiembre famoso, Estados Unidos encomendó a 11 directores cinematográficos del mundo la pequeña tarea de contar cómo habían vivido en sus países de origen la fatídica fecha. 11 bellas historias que nos recordaron que el sufrimiento trasciende las fronteras, en especial las que no son norteamericanas, pues de éstas, casi diez narraban tragedias propias, menos mediáticas que la estadounidense, pero igual de dolorosas –incluso más, me atrevería a decir-. Pues bien, el contexto mundial nos exige preguntarnos cómo hemos vivido la pandemia y yo quiero compartir mi caso, particularmente porque mi hermana, hace poco menos de un mes, después de un noviazgo de año y medio con un mexicano, que, a propósito de los medios masivos, conoció por Internet, se fue a vivir nada menos que a la zona donde se presentó el paciente cero, el pequeño niño culpable de la crisis que nos ha convertido a todos en sospechosos.
Empezaré por este punto. Aquí, en Colombia, en el Valle de Aburrá, rodeada de montañas enormes, me he encontrado dudando incluso de mi mejor amiga. Puede ser, Dios no lo quiera, que el virus esté en su saliva y un beso de despedida se convierta entonces en mi condena de muerte. He dudado de mis compañeros de trabajo, del ducto del aire acondicionado, de la puerta del ascensor, de mis padres, hasta de mi perro: si el virus migró del cerdo a los humanos, puede ser, es posible, que también haya migrado al can y que esté pronto a devolverse reforzado para matarme. Y sí, todos han dudado de mí, ahora debo buscar una máscara de esas que el gobierno decretó que no pueden venderse por más de 180 pesos porque mi típica alergia matutina hizo que ante el primer estornudo todos me miraran como si acabara de apuntarles entre los ojos con un revólver cargado, qué digo apuntarles, me miraron como si de hecho hubiera apretado el gatillo. Mi hermanita, hasta amenacé a mis padres con un ataque de ira incontrolado si no buscábamos la manera de hacer que se devolviera, maldito su novio y maldita la Internet que permitió que se conocieran, ahora la pobre se mueve por un caldo de cultivo que acabará con su vida, como le ha pasado ya, en lo que va de abril, a 149 personas, 20 de ellas casos confirmados de “la nueva gripa” .
Pánico, eso he sentido, eso sentí hasta hoy, a eso de las once de la mañana, cuando empezó a parecerme todo algo sospechoso. Y entonces, la televisión me dio un empujoncito, un comercial de esos institucionales en los que invitan a la población de Antioquia a protegerse de la tuberculosis. Empecé a pensar, a darle vueltas en la cabeza a todo el revoltijo de noticias de última hora con discusiones viejas y lecturas pasadas, a recordar aquel director de instituto médico que me decía, con la cara llena de vergüenza al pensar en su juramento hipocrático, que las enfermedades son un negocio muy rentable, tanto, que hasta se decretan con el propósito exclusivo de generarle demanda a los medicamentos. El caso que usó como ejemplo fue el de la hipertensión y se me quedó grabado pues la primera vez que empecé estudios de medicina, recuerdo que me dijeron, tensiómetro y estetoscopio en mano, que la presión normal estaba en un rango de 120 / 80 más o menos diez y luego, doce años después, cuando una vez más inicié estudios de medicina, de tensiómetro y fonendoscopio en mano (ya le habían cambiado el nombre de uso al estetoscopio), me dijeron que una persona con presión arterial de 130, era hipertensa. En 12 años pasó de normal a hipertensa la pobre persona de presión de 130 y quedó condenada a usar medicamentos para la presión por el resto de su vida.
Pues bien que mi pánico, ante esta sumatoria de factores –más otros tantos que fueron revoloteándome por la cabeza- me llevó a cuestionarme cuántas personas habían muerto en México por tuberculosis en el mismo lapso. El dato exacto no lo encontré, pero me topé con unas cifras que me dejaron al borde de una crisis nerviosa: entre el año 2000 y 2008, murieron en México 22.581 personas a causa de la Tuberculosis. ¡En sólo 2008, en el estado de Veracruz murieron 2.596 personas, es decir 7.11 personas al día! De hecho, buscando un poco más, encontré que se calcula que cada minuto muere una persona por tuberculosis en el mundo, y eso, tras un ejercicio básico de matemáticas, significa que, estadísticamente, cada día mueren 1440 personas por tuberculosis. (Nótese que en lo que va desde el inicio de la famosa pandemia de la gripa, han muerto, en promedio, 4.96 personas por día. ¿Pandemia? )
Entonces, ¿por qué los medios no dicen nada de la pandemia de tuberculosis? ¿por qué no hay una crisis mundial, una alerta 6, por qué no cierran los colegios y las empresas? Quizás, el contagio sea difícil o no se transmita de persona a persona o no esté, como el virus de la gripa, en la saliva... mentiras. El pasado 24 de marzo se celebró el día mundial de la tuberculosis y las campañas preventivas nos enseñaron que la tuberculosis se contagia a través del aire, cuando una persona afectada con TBC pulmonar tose o estornuda.
En este punto, mi pánico se transformó en desasosiego. ¿Será verdad lo que las cadenas de correos electrónicos afirman y esto no es más que un circo para cambiar por fin de tema y dejar la crisis económica en el olvido? ¿Será la estrategia de mercadeo de los laboratorios productores del antiviral salvador más anti ética jamás presenciada por el hombre? ¿Seré yo Señor? Ahora resulta que a mi hermanita le va a dar tuberculosis, o a mí o a mis compañeros de trabajo o a mi mejor amiga... pero no, eso no ocurriría, en las noticias no lo han dicho, en el periódico no sale publicado, eso no existe. ¡En todo caso, con tanta pensadera, demás que se me ha subido la presión a 130 y ahora sí soy hipertensa!

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