viernes, 1 de mayo de 2009

Navidad

Aquella Navidad, no sé cuántas después o antes de aquella otra en la que recibí de regalo un montón de rosetas sobre el estómago, bonitas e increíblemente urticantes, que poco tardaron en cubrir todo mi cuerpo y de las que aún hoy conservo como recuerdo una pequeña cicatriz sobre la frente, un cratercito que pone en evidencia mi increíble capacidad de desobedecer las órdenes y recomendaciones de mi mamá y que debió ser cubierto por el photoshop la única vez en mi vida que he servido de modelo publicitaria, recibí, en lugar del bebé muñeca que todas mis primas habían pedido en sus cartas, una cámara fotográfica: podría dejar de lado para siempre la máquina de juguete, color púrpura, que tenía un flash giratorio, que hacía el tradicional sonido de las cámaras cuando obturan y que me mostraba en cadena las siete maravillas del mundo.
Y, por supuesto, también recibí una muñeca, menos pulida que las de mis primas; la mía, para que les quede claro, era evidentemente una muñeca, mientras que las de ellas, ante la mirada fugaz del transeúnte desentendido, podrían pasar perfectamente por bebés de carne y hueso. (La muñeca la recibí para consolar a mis tías que habían decidido que, en vista de que todas las primas –menos yo, que no contaba- recibirían sus bebés-muñecas, la mejor opción de aguinaldo sería confeccionarles a todas desde el vestido de gala hasta el canguro para llevarlas sobre la espalda.) Y no crean que la discriminación fue producto de un niño Dios despalomado, él, tan buen lector, se guió sólo por mi solicitud explícita, así que la despalomada era yo que me creía, desde los cinco años, capaz de construirme un mundo lleno de maravillas.
Hoy, mis primas, todas, tienen a cuestas sus bebés muñecas, de carne y hueso, que demandan, a su vez, sus propios bebés muñecas, las matrículas de los colegios, los seguros médicos, los últimos videojuegos, sus bicicletas, los dulces del supermercado, los viajes a Disney, la ropa confeccionada, los canguros y los coches. Y ¿yo? Pues con mi cámara, como era de esperarse.